Evangelio Semanal
Oración Persistente
Hasta donde sabemos, los autores del Nuevo Testamento no pasaron mucho tiempo juntos después de la Resurrección. Tomaron muy en serio la orden de ir a las naciones y esparcir la Buena Nueva. Pablo y Lucas son una excepción pues viajaron juntos en jornadas misioneras. No es accidental, entonces, que la perseverancia en la oración sea un tema favorito de ambos autores. El Evangelio de san Lucas (que habla más frecuentemente sobre la oración de Jesús), los Hechos de los Apóstoles y las cartas de san Pablo, todas nos exhortan a rezar incesantemente.
La personalidad de Pablo era ciertamente tenaz; muy posiblemente él habría admirado la persistencia de la viuda en el pasaje del Evangelio de hoy. El propósito de estos pasajes no es hacernos pensar –como hacen los bebés y los niños pequeñitos– que si persistimos en gritar y llorar, eventualmente conseguiremos lo que queremos. No, el punto es que cuando los verdaderos discípulos creemos en algo, persistimos y seguimos creyéndolo sea conveniente o inconveniente, aún cuando nos tropecemos con obstáculos aparentemente insuperables.
El auxilio me viene del Señor. - Salmo 121 (120)