Evangelio Semanal


Gracia y Vida Eterna

Moisés es un hombre como nosotros, ¿acaso no hemos tratado también con cabezas duras? De hecho, ¿acaso no hemos sido nosotros mismos los cabezas duras? Quejumbrosos. . . impacientes . . . rápidos para enojarnos. ¡Qué suerte la de Moisés y qué suerte la nuestra que Dios es precisamente lo opuesto! Y ni siquiera tenemos que adivinarlo. El Señor nos lo dice directamente. Y en concordancia, Moisés hace lo que todos necesitamos hacer.

Pese a tener las tablas en las manos, se postra y pide el perdón y la gracia de Dios. Alentándonos a vivir juntos en paz y con el favor de Dios, el apóstol Pablo sabe de esta gracia, e invoca con alegría la gracia del amor de Dios y del Espíritu Santo sobre nosotros. “Estén alegres”, dice. Y cuando se tratade alegrarnos, Juan nos ofrece las palabras más regocijantes: la seguridad de la vida eterna en Jesús.

Fiesta de la Fe

Liturgia y la Santísima Trinidad

La Trinidad es el misterio central de nuestra fe. Creemos que Dios es uno, pero tres: unidad total y rica diversidad. Dios no es un monolito, sino una comunidad dinámica de personas, una armonía perfecta y amorosa de tres. Y la liturgia es obra de la Trinidad. Comenzamos todas nuestras celebraciones litúrgicas con la señal de la cruz, un recordatorio de nuestro bautismo trinitario y la más simple de todas las profesiones de nuestra fe.

Creemos que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos reunimos en el nombre de este Dios trino. A lo largo de la Misa, dirigimos nuestras oraciones a Dios Padre, por Cristo nuestro Señor, en el poder del Espíritu. Y el Padre escucha nuestra oración, transformando el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de su Hijo por obra del Espíritu Santo. La Iglesia es “el sacramento de la comunión trinitaria” (Sacramentum Caritatis, 16). Es la Trinidad quien nos mantiene unidos también. En palabras de San Cipriano, somos “un pueblo hecho uno por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (citado en Sacramentum Caritatis, 16).