Alimentando Al Mundo
Al oír las narraciones de cómo Eliseo y Jesús multiplican
los alimentos, y el salmo responsorial sobre como la mano del
Señor nos alimenta, es fácil caer en la tentación de pasar por
alto el maravilloso himno de la carta a los efesios en la
Segunda lectura. El himno se centra en los números más
potentes de la tradición bíblica: el uno, el tres y el siete. La
médula del himno es el número uno, repetido siete veces. Tres
de ellas se refieren a la Iglesia: un solo cuerpo, un solo
Espíritu, como también una sola es la esperanza.
Los próximas
tres son los fundamentos de la Iglesia: un solo Señor, una sola
fe, un solo bautismo. Y todos estos se juntan en un solo Dios y
Padre de todos. La idea de repetir los milagros obrados por
Eliseo y por Jesús al alimentar las multitudes nos desalienta,
claro está, pero la carta a los efesios nos ofrece un modo más
realizable de vivir como Iglesia y de alimentar a los demás
en la Iglesia: ser siempre humildes y amables; ser
comprensivos y soportarnos mutuamente con amor, y
esforzarnos en mantenernos unidos en el Espíritu con el
vínculo de la paz.
¿Quién de nosotros no puede “alimentar” a
la comunidad de la Iglesia viviendo de esta manera? Es verdad
que siempre estamos llamados a “alimentar” al mundo en el
sentido literal de la palabra, pero nuestra misión como Iglesia
también nos dice que a los demás también hay que
alimentarlos por la manera en que vivimos y actuamos cada
momento de cada día.